Qué significa...

Permafrost

¿Qué es el Permafrost?

El permafrost es la capa de suelo permanentemente congelada que se extiende bajo la superficie de la Tierra, principalmente, en las regiones altas del hemisferio norte. Ha de permanecer congelada al menos, durante al menos dos años consecutivos.

Este suelo congelado puede adoptar modos y características muy diversas: aparecer como suelos ricos en materia orgánica, ser rocosos o arenosos. Generalmente contiene hielo en varias formas. Puede contener hielos dentro de los poros del suelo o estar completamente cubierta de hielo y tener metros de espesor.

Función y características principales del permafrost

El permafrost actúa como un almacén de carbono, evitando que escape a la atmósfera. En el suelo hay materia orgánica (animales y plantas muertos) que al estar a temperaturas inferiores a 0ºC no sufre descomposición. Por el contrario, si se derrite el permafrost, el material orgánico comienza a descomponerse liberando grandes cantidades de GEI.
De esta forma, tanto CO2 como metano, entre otros gases, son liberados hacia la atmósfera en cantidades importantes, contribuyendo al aumento del efecto invernadero y, por tanto, al calentamiento global.
Se calcula que la cantidad de carbono depositada debajo del permafrost representa alrededor del doble del contenido de carbono que existe en la atmósfera. El permafrost actúa, por tanto, como un gran termostato regulador del clima terrestre.

Los mayores espesores de permafrost se producen como resultado de una combinación de baja temperatura superficial, un flujo de calor geotérmico bajo y una alta conductividad térmica.

Del permafrost podemos distinguir dos estratos: el pergelisol y el molisol: El pergelisol constituye la capa helada de mayor profundidad, completa y permanentemente congelada, mientras que el molisol se encuentra por encima, alcanzando la superficie, y tiene facilidad para descongelarse durante ciertos periodos cálidos.

Uno de los tipos de biomas que se pueden desarrollar sobre estos suelos es, por ejemplo, la tundra.

¿Dónde podemos encontrarlo?

La mayor parte del permafrost actual es de hace miles de años y se formó durante el último periodo glacial o en el pleistoceno. Hoy en día abarca entre el 20 y el 25% de la superficie terrestre del hemisferio norte.

Forma parte de las regiones polares, pero también en zonas de altas latitudes como, por ejemplo, en Alaska, Canadá en Siberia y la Meseta del Tíbet.

Podemos distinguir entre zonas con cobertura total de hielo (permafrost continuo) y zonas donde no hay un 100% de suelo con permafrost (permafrost discontinuo). La cubierta discontinua se da generalmente en zonas donde la temperatura media anual se mueve entre 0 y -5°C, mientras que en aquellas regiones con temperaturas inferiores a los -5°C se da el permafrost continuo.

Influencia del cambio climático en el permafrost

El calentamiento global contribuye a una reducción de la extensión de permafrost en el mundo. Además, hay que tener en cuenta, que el mayor aumento de temperatura se está produciendo en latitudes altas (amplificación ártica), donde se encuentra el permafrost. Por ello, en las últimas décadas se viene observando una disminución del permafrost.. Se estima que en las últimas décadas el ritmo de derretimiento ha sido más del doble de rápido que en las últimas décadas del pasado siglo.
Se calcula que un aumento de la temperatura media global de 2°C sobre los niveles preindustriales (valor límite máximo fijado en el Acuerdo de París) implicaría la pérdida de alrededor del 40% de la extensión total de permafrost.

Implicaciones de la pérdida de permafrost

El permafrost actúa como un gran depósito de carbono, cuya conservación evita emisiones aún mayores de GEI a la atmósfera. Por tanto, el deshielo de esta cubierta de hielo implica la liberación de enormes cantidades de gases que incrementarían el efecto invernadero, y por tanto, mayor calentamiento del planeta, que a su vez conlleva a una aceleración del derretimiento del permafrost. Esto supone una retroalimentación positiva.
Por otro lado, debajo de esta capa de hielo perenne se encuentran numerosos virus y bacterias. Se especula que el derretimiento podría provocar su liberación, pudiendo llegar a suponer un problema de salud global.
También tiene consecuencias negativas en la flora y fauna. Un ejemplo lo encontramos en Siberia, donde en muchas zonas la tundra está dando paso a paisajes donde predomina el lodo, provocando la desaparición de la flora y fauna local.
Pero además de estas consecuencias en un sentido más biofísico, también están las consecuencias socioeconómicas. Las comunidades que viven en latitudes altas se han adaptado con más o menos éxito a la presencia de permafrost.
Los efectos del calentamiento y pérdida del permafrost en estas comunidades, dependen de las relaciones entre el entorno natural (incluido el permafrost) y las diversas estructuras e instalaciones que componen la comunidad. Algunos de los impactos de la pérdida del permafrost, incluyen la reubicación de comunidades enteras.